Imágenes. Solo eran imágenes de
los chicos en algunos conciertos. ¿Eleanor Calder me creía imbécil?
-No me lo puedo creer.
-No. Yo sí que no me puedo creer
que Eleanor haya decidido darte un CD que supuestamente no deberíamos haberte
dado.
-¡Pero esto no es nada, Diana!
Solo son fotos. ¡No me importan estas fotos!
-Ahora mismo iré a hablar con
Louis, esto no se va a quedar así.
Diana salió de mi habitación como
un rayo. Yo la seguí, pero no precisamente para ir a la casa de Louis. Ya
estaba harta de todo este misterio.
-Eh, ¿adónde vais? –preguntó mi
padre apartando la vista del televisor.
-No tengo tiempo para dar
explicaciones. –respondimos las dos a coro.
Diana tomó las llaves del coche
de mi madre y yo las de mi padre. Salimos a la calle y nos dimos una última
mirada.
-Haz lo que tengas que hacer. –me
dijo.
-Igualmente. –respondí.
Conducía rápido, a pesar de no
ser una experta. Estaba furiosa, enojada, enfadada con Eleanor, con los chicos
y mis padres por no contarme nada, con Marta por haberme dejado sola, con
Amanda por elegir este preciso momento para ir a visitar a Marina, con mi
hermana porque en ahora estaría rompiendo una relación ficticia, con Austin por
todo lo que seguramente me hizo y aún no quiero imaginarme, conmigo misma por ser como soy…
Y justo entonces sentí como una
lágrima recorría mi mejilla, y luego mi mano furiosa se dignó a limpiarla. Lo
demás pasó muy rápido, aunque recordarlo a cámara lenta es más divertido. Sí,
he dicho divertido.
Esa tarde llovía, no, no llovía.
Diluviaba, pero no es de extrañar que el tiempo esté así en Londres. Después de
esa lágrima vinieron otras, y otras y otras más. Todo ello por culpa de mi
frustración. Me costaba respirar y eso me hacía llorar más, llegó un momento en
el que creí ahogarme. Aunque no vi mi vida pasar por delante de mis ojos, y no
la vi porque un coche un poco descontrolado, y con un poco digo bastante, se
interpuso en mi visión. Ahora recuerdo algunas maniobras evasivas que me
enseñaron en la autoescuela. Pero esos días estaba tan deprimida que no presté
atención, y no llegué a cursar las prácticas. En fin… y volviendo a la
realidad, un coche descontrolado circulaba por la vía errónea directo hacia mí.
Luego y después de un impacto muy fuerte giré, giré, giré, giré y giré
infinitas veces. Oí chirridos a mí alrededor, provocados por otros coches que
frenaban para no estamparse contra mi “peonza”. En ningún momento perdí el
conocimiento, aunque sí me mareé un poco. Y cuando el coche decidió parar, abrí
la puerta y bajé, tambaleándome. En seguida un montón de médicos se acercaron a
mí con la intención de llevarme a urgencias, ya que se preocuparon al ver que
mi cabeza sangraba un poco.
-Estoy bien, estoy bien, estoy
bien. –me cansé de repetir.
-Lo siento, no podemos dejar que
te marches así. Tu coche está hecho añicos y tú puedes haberte roto algo.
Después de tanto insistir, decidí
que lo mejor era ir al hospital. Solo serían unos analices y podría marcharme.
-Bueno, ______, tienes razón. No
ha pasado nada, aparte de los desperfectos de tu coche. Puedes marcharte cuando
quieras, ten, esta es la dirección del taller donde debes recoger tu vehículo.
-Gracias.
Me levanté de la camilla y salí.
Tenía que llamar a alguien.
-Perdone, ¿podría dejarme un
teléfono? –pregunté a la chica de recepción.
-Claro. –me dijo muy amable y
estiró el cable del teléfono de su escritorio.
Vía telefónica
-¿Diga?
-Harry, soy yo.
-¿______?
-Sí, ven a buscarme, estoy en el hospital.
-¿En el hospital? ¿qué…
Antes de que siguiera hablando
colgué y le pasé el teléfono a la chica. Esperé solo unos minutos antes de ver
a Harry llegar en su coche con cara preocupada. Corrí hacia el coche y me subí.
-¿Qué ha pasado?
-He tenido un accidente, pero
estoy bien.
-¿Un accidente? ¿Por qué? ¿Estás
bien?
-Sí, estoy bien, tranquilo. No te
preocupes por mí. ¿Podemos ir a tu casa? Le he roto el coche a mi padre y no
tengo ganas de discutir ahora.
-Sí, pero por lo menos avísale a
tu hermana.
-Claro, pero… ¡vamos, acelera,
acelera! –Harry hizo caso omiso a mi orden.
-¿Qué ocurre, ______? Me tienes
preocupado.
Sujeté mi cabeza con las dos
manos intentando librarme de esos recuerdos repentinos.
Flashback
-Hace mucho tiempo que no te veía, ______.
-Austin, no sé en qué te has convertido, pero déjame en paz.
-Oh, claro que lo sabes. Todo esto ha sido culpa tuya. Todavía estas a
tiempo de arreglar las cosas, y yo sé como… -esta vez cogió mi brazo con mucha
fuerza y fui incapaz de soltarme.
-¿¡Qué haces!? ¡Suéltame, imbécil!
-No. ¿Sabes por qué me he convertido en un maldito drogata? Por tu
culpa.
-¡No! no ha sido culpa mía. Suéltame, no quieres hacer esto.
-¿A quién pretendes engañar? Claro que quiero, siempre quise tenerte
entre mis brazos.
-Pero no de esta manera, Austin, ¡recapacita!
-¡No, no, no, no! ¡Es suficiente!
-¿Qué ocurre? Dime que ocurre,
por favor. –suplicó Harry.
-¡Viene por mí, Harry! –lloré.
-¡Viene a buscarme, acelera!
-¿Quién? ¿¡Quién viene por ti!?
-¡AUSTIN!
No hay comentarios:
Publicar un comentario