Music

Opinión sobre la novela

viernes, 10 de mayo de 2013

Capítulo 18, 2ª T. Revenge. Segunda parte.





Imágenes. Solo eran imágenes de los chicos en algunos conciertos. ¿Eleanor Calder me creía imbécil?










-No me lo puedo creer.
-No. Yo sí que no me puedo creer que Eleanor haya decidido darte un CD que supuestamente no deberíamos haberte dado.
-¡Pero esto no es nada, Diana! Solo son fotos. ¡No me importan estas fotos!
-Ahora mismo iré a hablar con Louis, esto no se va a quedar así.
Diana salió de mi habitación como un rayo. Yo la seguí, pero no precisamente para ir a la casa de Louis. Ya estaba harta de todo este misterio.
-Eh, ¿adónde vais? –preguntó mi padre apartando la vista del televisor.
-No tengo tiempo para dar explicaciones. –respondimos las dos a coro.
Diana tomó las llaves del coche de mi madre y yo las de mi padre. Salimos a la calle y nos dimos una última mirada.
-Haz lo que tengas que hacer. –me dijo.
-Igualmente. –respondí.
Conducía rápido, a pesar de no ser una experta. Estaba furiosa, enojada, enfadada con Eleanor, con los chicos y mis padres por no contarme nada, con Marta por haberme dejado sola, con Amanda por elegir este preciso momento para ir a visitar a Marina, con mi hermana porque en ahora estaría rompiendo una relación ficticia, con Austin por todo lo que seguramente me hizo y aún no quiero imaginarme, conmigo misma  por ser como soy…
Y justo entonces sentí como una lágrima recorría mi mejilla, y luego mi mano furiosa se dignó a limpiarla. Lo demás pasó muy rápido, aunque recordarlo a cámara lenta es más divertido. Sí, he dicho divertido.
Esa tarde llovía, no, no llovía. Diluviaba, pero no es de extrañar que el tiempo esté así en Londres. Después de esa lágrima vinieron otras, y otras y otras más. Todo ello por culpa de mi frustración. Me costaba respirar y eso me hacía llorar más, llegó un momento en el que creí ahogarme. Aunque no vi mi vida pasar por delante de mis ojos, y no la vi porque un coche un poco descontrolado, y con un poco digo bastante, se interpuso en mi visión. Ahora recuerdo algunas maniobras evasivas que me enseñaron en la autoescuela. Pero esos días estaba tan deprimida que no presté atención, y no llegué a cursar las prácticas. En fin… y volviendo a la realidad, un coche descontrolado circulaba por la vía errónea directo hacia mí. Luego y después de un impacto muy fuerte giré, giré, giré, giré y giré infinitas veces. Oí chirridos a mí alrededor, provocados por otros coches que frenaban para no estamparse contra mi “peonza”. En ningún momento perdí el conocimiento, aunque sí me mareé un poco. Y cuando el coche decidió parar, abrí la puerta y bajé, tambaleándome. En seguida un montón de médicos se acercaron a mí con la intención de llevarme a urgencias, ya que se preocuparon al ver que mi cabeza sangraba un poco.
-Estoy bien, estoy bien, estoy bien. –me cansé de repetir.
-Lo siento, no podemos dejar que te marches así. Tu coche está hecho añicos y tú puedes haberte roto algo.
Después de tanto insistir, decidí que lo mejor era ir al hospital. Solo serían unos analices y podría marcharme.
-Bueno, ______, tienes razón. No ha pasado nada, aparte de los desperfectos de tu coche. Puedes marcharte cuando quieras, ten, esta es la dirección del taller donde debes recoger tu vehículo.
-Gracias.
Me levanté de la camilla y salí. Tenía que llamar a alguien.
-Perdone, ¿podría dejarme un teléfono? –pregunté a la chica de recepción.
-Claro. –me dijo muy amable y estiró el cable del teléfono de su escritorio.
Vía telefónica
-¿Diga?
-Harry, soy yo.
-¿______?
-Sí, ven a buscarme, estoy en el hospital.
-¿En el hospital? ¿qué…
Antes de que siguiera hablando colgué y le pasé el teléfono a la chica. Esperé solo unos minutos antes de ver a Harry llegar en su coche con cara preocupada. Corrí hacia el coche y me subí.
-¿Qué ha pasado?
-He tenido un accidente, pero estoy bien.
-¿Un accidente? ¿Por qué? ¿Estás bien?
-Sí, estoy bien, tranquilo. No te preocupes por mí. ¿Podemos ir a tu casa? Le he roto el coche a mi padre y no tengo ganas de discutir ahora.
-Sí, pero por lo menos avísale a tu hermana.
-Claro, pero… ¡vamos, acelera, acelera! –Harry hizo caso omiso a mi orden.
-¿Qué ocurre, ______? Me tienes preocupado.
Sujeté mi cabeza con las dos manos intentando librarme de esos recuerdos repentinos.
Flashback
-Hace mucho tiempo que no te veía, ______.


-Austin, no sé en qué te has convertido, pero déjame en paz.
-Oh, claro que lo sabes. Todo esto ha sido culpa tuya. Todavía estas a tiempo de arreglar las cosas, y yo sé como… -esta vez cogió mi brazo con mucha fuerza y fui incapaz de soltarme.
-¿¡Qué haces!? ¡Suéltame, imbécil!

-No. ¿Sabes por qué me he convertido en un maldito drogata? Por tu culpa.
-¡No! no ha sido culpa mía. Suéltame, no quieres hacer esto.
-¿A quién pretendes engañar? Claro que quiero, siempre quise tenerte entre mis brazos.
-Pero no de esta manera, Austin, ¡recapacita!

-¡No, no, no, no! ¡Es suficiente!
-¿Qué ocurre? Dime que ocurre, por favor. –suplicó Harry.
-¡Viene por mí, Harry! –lloré. -¡Viene a buscarme, acelera!
-¿Quién? ¿¡Quién viene por ti!?
-¡AUSTIN! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario